On the Third Day (1973) – Electric Light Orchestra “Entre el cielo y la tierra”
Más que un disco, On the Third Day se siente como un lienzo donde el grupo intenta pintar con todas las gamas posibles: guitarras afiladas, chelos que rugen, violines que lloran, armonías vocales que parecen llegar desde el espacio. No es todavía el sonido redondo y accesible que vendría con Eldorado o A New World Record, pero sí un testimonio de un grupo que experimentaba sin miedo.
El álbum tiene algo casi conceptual: los primeros temas fluyen como si fueran movimientos de una única pieza. Desde el arranque con “Ocean Breakup / King of the Universe”, queda claro que Lynne estaba más preocupado por transmitir una experiencia sonora que por colocar singles en la radio. La canción abre con un dramatismo cósmico, una especie de fanfarria de cuerdas que inmediatamente se ve interrumpida por la electricidad de la guitarra. Ahí empieza ese vaivén entre lo orquestal y lo rockero, que es la esencia de ELO.
Le sigue “Bluebird Is Dead”, una canción melancólica y etérea que muestra la faceta más delicada de Lynne como compositor. El título, con esa carga poética, refleja bien la sensibilidad que se esconde detrás de su imagen de geniecillo eléctrico. “Oh No Not Susan” cambia el tono hacia algo más personal y reflexivo, casi íntimo, mientras que “New World Rising / Ocean Breakup (Reprise)” cierra este primer bloque con un estallido de optimismo y energía que parece invocar un futuro mejor.
La segunda cara (en vinilo original) se abre con un golpe en la mesa: “Showdown”, probablemente el gran clásico del álbum. Esta fue la primera vez que ELO realmente consiguió un hit internacional. Con su groove funky, sus cuerdas enérgicas y la voz apasionada de Lynne, la canción mostraba lo que el grupo era capaz de hacer cuando canalizaba su creatividad hacia lo directo y lo accesible. John Lennon llegó a decir que era “una de las mejores canciones del año”, y no estaba equivocado.
Después, “Daybreaker” ofrece un instrumental vibrante que es puro ADN de ELO: chelos frenéticos, violines veloces y teclados espaciales. “Ma-Ma-Ma Belle”, con su riff de guitarra pesado (y la colaboración no acreditada de Marc Bolan de T. Rex en las guitarras), demuestra que Lynne también sabía ser duro cuando quería. El disco continúa con “Dreaming of 4000”, un tema extraño y atmosférico que parece una odisea en miniatura, y concluye con “In the Hall of the Mountain King”, una adaptación juguetona y rockera de Grieg que condensa la visión de Lynne: llevar la música clásica a la era del rock sinfónico.
Lo que hace especial a On the Third Day es que, escuchado hoy, suena a un grupo que se atrevía a buscar su voz sin preocuparse demasiado por las modas. En 1973, el rock progresivo estaba en pleno auge con Yes, Genesis o King Crimson empujando los límites. Lynne no quería ser “una banda más de prog”, sino crear algo distinto: canciones que pudieran emocionar como un aria, pero también hacerte mover los pies.
El disco, con sus irregularidades y momentos brillantes, es un puente entre el ELO más experimental de los inicios y la etapa dorada de éxitos mundiales que vendría a mediados de los 70. Se podría decir que aquí Jeff Lynne encontró la fórmula mágica, aunque todavía estaba ajustándola.
On the Third Day no es un álbum perfecto. Su producción, en ocasiones, suena algo cruda comparada con los trabajos posteriores; y no todos los temas alcanzan la misma intensidad. Pero esa es precisamente su belleza: es un disco con el nervio a flor de piel, con la sensación de que cada canción fue grabada con la urgencia de quien quiere demostrar que su visión es posible.
Mirando atrás, se puede decir que On the Third Day fue el momento en que la Electric Light Orchestra dejó de ser una promesa excéntrica para convertirse en una fuerza real en la música rock. Aquí Jeff Lynne pasó de aprendiz a arquitecto sonoro, construyendo el estilo que, con el tiempo, llevaría a la banda a llenar estadios y conquistar las listas.
On the Third Day es un álbum de transición, pero también un manifiesto artístico: demuestra que Jeff Lynne y la ELO no estaban aquí para ser una rareza pasajera, sino para inventar un nuevo lenguaje musical. Entre la melancolía de Bluebird Is Dead, la contundencia de Ma-Ma-Ma Belle y la grandeza popular de Showdown, late un disco que, aunque a veces desordenado, palpita con vida y emoción.
Es, en definitiva, la crónica de una banda encontrando su destino.
TEMAS:
1. Ocean Breakup / King of the Universe
Un arranque majestuoso. La introducción es casi cinematográfica: chelos tensos, un crescendo orquestal que parece abrir un telón cósmico. Luego entra Jeff Lynne con una voz distante, casi solemne, cantando sobre la grandeza y el misterio del universo.
Es aquí donde se empieza a notar la ambición: la canción no tiene la típica estructura de “estrofa-estribillo”, sino que fluye como una suite. Da la impresión de estar escuchando el inicio de una ópera rock cósmica.
2. Bluebird Is Dead
Un giro total: de lo cósmico a lo íntimo. Esta es una de las piezas más melancólicas de Lynne. El título evoca la muerte de un pájaro azul, metáfora de la pérdida y la fragilidad de la belleza.
El tema destaca por la combinación de guitarra acústica y arreglos de cuerda muy delicados, creando una atmósfera soñadora. Aquí ELO muestra su capacidad para emocionar sin necesidad de grandes fuegos artificiales.
3. Oh No Not Susan
Una pequeña joya escondida. Es un tema más personal y humano, con un aire confesional. Susan parece representar a alguien cercano, y Lynne canta con una mezcla de dulzura y resignación.
Musicalmente, las cuerdas se funden con teclados envolventes que refuerzan la sensación de nostalgia. Es un tema que podría haber pasado desapercibido, pero aporta un matiz íntimo y terrenal dentro del disco.
4. New World Rising / Ocean Breakup (Reprise)
La primera cara del vinilo culmina con este bloque enérgico y optimista. Aquí Lynne se desata con un estribillo pegadizo y coros vibrantes, mostrando la otra cara de la banda: la que sabe ser luminosa y grandilocuente.
El reprise de Ocean Breakup cierra el círculo y da cohesión al conjunto. La sensación es la de haber terminado un viaje con destino a un futuro prometedor.
5. Showdown
El momento estelar del disco. Publicado como single, fue la primera vez que ELO consiguió llamar realmente la atención a nivel internacional.
Es funky, con un groove contagioso, y tiene cuerdas que atacan como si fueran instrumentos de percusión. Lynne canta con garra, y todo el tema respira elegancia y fuerza.
John Lennon dijo de Showdown: “es como los viejos discos de la Motown, pero con electricidad”. Ese elogio ayudó a consolidar la reputación de Lynne como un compositor a tener en cuenta.
6. Daybreaker
Un instrumental que demuestra lo mucho que podía hacer ELO sin palabras. Aquí los chelos y violines no son un adorno, sino los protagonistas. La pieza se mueve entre lo clásico y lo rockero, con un ritmo trepidante que casi parece invitar a la danza.
Es un recordatorio de que la banda todavía jugaba con la idea original de “ser una orquesta eléctrica de rock”.
7. Ma-Ma-Ma Belle
El riff más potente del disco. Es hard rock en estado puro, con guitarras pesadas y un ritmo implacable. Jeff Lynne reclutó a Marc Bolan (líder de T. Rex) para tocar la guitarra en este tema, aunque no fue acreditado oficialmente. Ese toque glam-rock se nota en cada acorde.
Es la canción más cruda y visceral del álbum, y en directo funcionaba como un auténtico cañonazo.
8. Dreaming of 4000
Quizá el tema más enigmático del álbum. Tiene un aire hipnótico, con una base rítmica insistente y una atmósfera espacial. La letra es ambigua, casi surrealista, y parece hablar de viajes, números y visiones futuristas.
Es uno de esos cortes que dividen: para algunos es un experimento fallido, para otros una pieza clave en la faceta más psicodélica de ELO.
9. In the Hall of the Mountain King
El cierre es un guiño directo a la música clásica: la banda se atreve a versionar la famosa pieza de Edvard Grieg. Pero no lo hacen de manera solemne, sino con una actitud juguetona y rockera, como si dijeran: “sí, podemos tomar a los grandes y electrificarlos”.
Este tema resume la esencia del proyecto inicial de ELO: no era simplemente “meter cuerdas en el rock”, sino crear un diálogo real entre lo clásico y lo moderno.
Tema por tema, On the Third Day es una montaña rusa: hay momentos de introspección (Bluebird Is Dead), explosiones de energía (Showdown, Ma-Ma-Ma Belle), experimentación pura (Dreaming of 4000) y un guiño a la tradición (In the Hall of the Mountain King).
Es un álbum que todavía suena a búsqueda, pero que precisamente por eso resulta tan fascinante: se puede escuchar la ambición y el riesgo en cada nota.
Grabación de On the Third Day (1973)
Estudios y producción
El disco se grabó principalmente en De Lane Lea Studios de Londres, entre mayo y septiembre de 1973. Estos estudios eran muy usados en la época por bandas como Queen, Deep Purple y Jethro Tull. Jeff Lynne ya estaba obsesionado con el control sonoro y, aunque todavía no tenía la tecnología refinada de los álbumes posteriores, aquí comenzó a moldear el “sonido ELO”.
La producción corrió íntegramente a cargo de Lynne, lo que marcó un punto de no retorno: a partir de aquí, él sería el líder absoluto, productor y arquitecto de cada disco. La orquesta eléctrica ya no era tanto un “colectivo” sino el vehículo de sus ideas.
Instrumentación y arreglos
El grupo en esta época tenía todavía tres chelistas y un violinista fijo, algo que lo diferenciaba de cualquier otra banda rock.
Lynne insistía en que los arreglos de cuerdas no fuesen simples acompañamientos, sino motores rítmicos y melódicos. Esto se escucha claramente en Showdown y Daybreaker, donde los chelos marcan un groove casi percusivo.
La guitarra eléctrica de Lynne empezó a ganar más peso que en los discos anteriores, y en Ma-Ma-Ma Belle se nota claramente la influencia del glam gracias a la colaboración de Marc Bolan (T. Rex), que grabó riffs con él en el estudio.
Anécdotas de grabación
“Showdown” se grabó algo después que el resto del álbum, casi como un añadido. Su sonido más pulido y directo contrasta con la crudeza de otros cortes, y fue incluido en algunas ediciones del disco para darle mayor tirón comercial.
En el Reino Unido, la canción no entró en la primera edición del LP, pero sí en la versión estadounidense, lo que generó cierta confusión entre los fans de ambos lados del Atlántico.
El cover de “In the Hall of the Mountain King” nació como una especie de divertimento en el estudio: Lynne y los músicos empezaron a tocar la pieza de Grieg en plan broma, y acabó grabándose como cierre oficial del disco.
Lynne estaba obsesionado con probar cómo podía fusionar pasajes clásicos con riffs de guitarra pesados, y por eso el álbum tiene tanto de suite progresiva como de rock duro.
El sonido final
La mezcla de On the Third Day es más áspera y directa que la de discos posteriores como Eldorado (1974). No hay tanta capa de arreglos sinfónicos, y se nota que todavía dependían mucho del “empuje en vivo” de las cuerdas grabadas directamente, sin grandes retoques.
Esto le da al disco un carácter algo crudo, pero también una energía auténtica, como si la banda estuviera tocando en la misma sala que el oyente.
La formación durante la grabación
Jeff Lynne – voz, guitarras, teclados, productor
Bev Bevan – batería, percusión
Richard Tandy – teclados, sintetizadores, bajo en algunos pasajes
Mike de Albuquerque – bajo, voces
Mik Kaminski – violín
Mike Edwards, Wilf Gibson y Colin Walker – chelos
Invitado especial: Marc Bolan (guitarra en “Ma-Ma-Ma Belle”)
Wilf Gibson fue el violinista original de la Electric Light Orchestra en los primeros años. Participó en los dos primeros discos (The Electric Light Orchestra y ELO 2) y en las primeras sesiones de On the Third Day.
A mediados de 1973, Gibson deja la banda y es reemplazado por Mik Kaminski, que se convirtió después en el violinista más icónico y duradero de la historia de ELO.
Resultado en el disco:
En On the Third Day aparecen ambos violinistas dependiendo del tema.
Algunas partes iniciales fueron grabadas con Wilf Gibson.
Mik Kaminski llegó cuando las sesiones ya estaban avanzadas y grabó en otras piezas, aportando su estilo más enérgico y reconocible.
De hecho, esta es una de las razones por las que el disco tiene un sonido un tanto irregular en la sección de cuerdas, porque se mezclaban distintos enfoques interpretativos y diferentes músicos en las sesiones.
Resumen de los créditos de cuerda
Violinistas: Wilf Gibson (primeras sesiones), Mik Kaminski (tras su incorporación).
Chelistas: Mike Edwards, Hugh McDowell y Colin Walker (aunque este último dejó la banda poco después).
Así que se puede decir que On the Third Day es un álbum bisagra no solo en lo musical, sino también en lo humano, porque fue el último con algunos de los primeros miembros y el primero en contar con Kaminski, que se volvió esencial en el sonido clásico de la ELO.
En resumen: la grabación de On the Third Day fue un laboratorio donde Lynne consolidó la idea de que ELO debía ser una banda rock con orquesta integrada, no simplemente un grupo de rock con cuerdas decorativas. Fue el último álbum donde esa visión estaba “en bruto”, antes de que con Eldorado se metiera en estudios más sofisticados y empezara a construir paisajes sonoros mucho más pulidos.
El cambio de portada de On the Third Day
La portada de On the Third Day tiene también su historia curiosa, porque no fue la misma en todas las ediciones, y refleja bien la etapa de transición en que estaba ELO.
Edición original (Reino Unido y parte de Europa, 1973)
La portada original muestra una fotografía en blanco y negro del grupo, vestidos de blanco, en pose casi solemne.
La imagen está partida en dos mitades verticales, con un efecto un poco inquietante, como si hubiera un desajuste o un “doble reflejo”.
En el centro, Jeff Lynne aparece con el pecho al descubierto, con un collar y el pelo largo y rizado, lo que le da un aire casi mesiánico.
La idea era transmitir que este era un “renacimiento” de la banda (el título On the Third Day se asocia también con la resurrección bíblica, y Lynne en la foto parece casi un gurú).
Muchos fans recuerdan esa portada como extraña, incluso un poco incómoda, porque los músicos aparecen con miradas intensas y un aire casi religioso, muy distinto al tono más divertido y colorido que tendría la banda después.
Edición estadounidense (United Artists, 1973)
La discográfica en EE. UU. decidió cambiar la portada por completo.
En lugar de la foto de los músicos, usaron una imagen espacial: un planeta y una especie de eclipse o alineación cósmica, con tonos oscuros y metálicos.
Esta versión es mucho más acorde con la música de ELO de la época, llena de referencias cósmicas y de ciencia ficción.
Con los años, muchos fans y coleccionistas ven la portada con la foto de la banda como un objeto de culto raro, porque mostraba a ELO en un momento casi “serio” y progresivo.
La portada estadounidense, en cambio, encajaba más con la imagen futurista que Lynne quería proyectar, y marcó el camino de los diseños más abstractos y espaciales que vendrían en discos como Eldorado o Out of the Blue.
La gira de On the Third Day: un grupo en busca de su sitio
En noviembre de 1973, cuando se publicó On the Third Day, la Electric Light Orchestra todavía era vista como una rareza. Una banda de rock con violines y chelos no era precisamente lo que llenaba estadios. Pero Jeff Lynne tenía claro que el escenario era el lugar donde ELO debía demostrar que no era un simple capricho progresivo, sino una idea con futuro.
La gira de este disco fue, más que un triunfo inmediato, un acto de fe. Las salas no siempre estaban llenas, los críticos a menudo no sabían muy bien cómo clasificar lo que escuchaban, y técnicamente era un quebradero de cabeza amplificar cuerdas en medio de un muro de guitarras y baterías. Pero había algo que jugaba a favor de ELO: la energía cruda y apasionada que desprendían sus conciertos.
Entre pubs y teatros
En Reino Unido y Europa, a finales de 1973, tocaron en salas medianas, universidades y festivales menores. El ambiente era más cercano, más de club de rock que de “orquesta sinfónica”. Pero eso hacía que la banda sonara con nervio: los chelos rugían, el violín cortaba como una navaja y Jeff Lynne empezaba a desplegar esa presencia algo tímida pero magnética que le caracterizó siempre.
En Estados Unidos, en 1974, la cosa fue diferente. Allí el single Showdown había calado fuerte gracias al comentario de John Lennon, y ELO se ganó un hueco como teloneros de bandas más grandes. A veces tocaban en teatros, otras en clubs donde el público se quedaba entre fascinado y desconcertado: no habían visto nada igual.
Incluso llegaron a Japón en 1974, donde los recibieron con entusiasmo. Los japoneses entendieron muy pronto esa mezcla de disciplina clásica y rebeldía rockera que proponía ELO.
La formación en esta gira era ya casi la “clásica”:
Jeff Lynne al frente, cada vez más confiado con la guitarra y la voz.
Bev Bevan con su batería potente, que daba solidez a todo el invento.
Richard Tandy en los teclados, siempre discreto pero imprescindible.
Mike de Albuquerque en el bajo (que se iría poco después).
¿Por qué se marchó Mike de Albuquerque?
Oficialmente, su salida se debió a motivos familiares: quería pasar más tiempo en casa y no seguir el ritmo de giras y ensayos constantes.
También se dice que no estaba del todo cómodo con el rumbo cada vez más controlado por Jeff Lynne, que ya era el líder absoluto del proyecto.
Su marcha fue amistosa; nunca hubo conflictos públicos.
¿Quién lo sustituyó?
El nuevo bajista fue Kelly Groucutt, que entró en febrero de 1975, justo antes de la gira de Face the Music.
Groucutt no solo tocaba el bajo con un estilo más melódico y contundente, sino que además aportó coros brillantes y voces secundarias que enriquecieron enormemente el sonido de ELO en directo y en estudio.
Su debut oficial en disco fue en Face the Music (1975), aunque ya estaba presente en los ensayos finales de la gira Eldorado.
Mike de Albuquerque → bajista de ELO entre 1972 y noviembre de 1974.
Kelly Groucutt → lo reemplazó en 1975, convirtiéndose en una pieza clave durante la era dorada de la banda (hasta 1983).
Mik Kaminski, recién llegado, con su violín azul eléctrico y un estilo frenético que se volvería marca de la casa.
Mike Edwards y Hugh McDowell en los chelos, aportando tanto energía como teatralidad (McDowell era famoso por tocar tirándose al suelo en pleno concierto).
Era un grupo aún algo inestable, pero ya se notaba la química que Lynne necesitaba para dar el siguiente paso.
El repertorio: crudeza y riesgo
El setlist de la gira mezclaba lo nuevo con lo viejo, y tenía mucho de “puesta a prueba”.
De On the Third Day destacaban:
Showdown, que funcionaba como el gran hit de la noche, con un groove irresistible.
Daybreaker, instrumental donde las cuerdas tenían su momento de lucirse.
Ma-Ma-Ma Belle, el cañonazo rockero con el que encendían al público.
Extractos de la suite inicial (Ocean Breakup / King of the Universe), que aportaban dramatismo y ambición.
De los discos anteriores recuperaban:
10538 Overture, su primer single, que abría muchos conciertos como declaración de intenciones.
Kuiama, la extensa y oscura balada antibélica del segundo disco, que mostraba su lado más progresivo.
Y como final apoteósico, Roll Over Beethoven, su mezcla explosiva de Chuck Berry y Beethoven, que se había convertido en un clásico de sus directos.
No todo era perfecto: a veces el sonido se embarraba, los chelos quedaban sepultados por la batería o los violines chirriaban en la mezcla. Pero eso formaba parte del encanto: era una banda en bruto, luchando por llevar una idea imposible a los escenarios.
Los que vieron aquellos conciertos recuerdan esa mezcla de caos y genialidad. No era todavía la ELO de los shows espectaculares con naves espaciales y luces de láser, pero sí la banda que estaba a punto de despegar.
Setlist aproximado de la gira On the Third Day (1973–74)
10538 Overture
Ocean Breakup / King of the Universe
Bluebird Is Dead (en algunos shows)
Showdown
Daybreaker
Kuiama
Ma-Ma-Ma Belle
Roll Over Beethoven (cierre habitual)
Esta gira fue la prueba de fuego: no siempre fácil, a veces caótica, pero absolutamente necesaria. Fue aquí donde ELO dejó de ser un experimento para empezar a convertirse en la gran banda que conquistaría el mundo a mediados de los 70.
BOOTLEGS
1. ELO - Unapproved Recording 1973
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Electric Light Orchestra - Hamburg, Germany, Oct '74
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ELO 1973 Live in Europe (Rockaria Overture)
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Culminamos con un Bootleg del Sr.X
ELO – On the Third Day: The Reconstruction (Bootleg del Señor X)
En el mundo de los coleccionistas, hay grabaciones que no solo documentan una época, sino que la reinventan. On the Third Day: The Reconstruction, el proyecto no oficial ideado por el Señor X, pertenece a esa rara estirpe de bootlegs que trascienden la simple recopilación de tomas raras. Es una obra de amor y arqueología musical, dedicada a uno de los discos más infravalorados de Electric Light Orchestra.
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