Robert Plant – Mighty ReArranger (2005)
El viaje interior de un viejo chamán del rock
Hay artistas que envejecen con sus discos, y otros que los usan para desafiar al tiempo. Robert Plant pertenece a este segundo grupo. En Mighty ReArranger, publicado en 2005 junto a su banda The Strange Sensation, Plant no intenta ser el dios dorado de los setenta. Aquí no hay dragones, ni guitarras que rugen como tormentas. Lo que hay es un hombre maduro, curioso, inquieto, que mira al mundo con asombro y duda a partes iguales.
Desde el primer acorde de “Another Tribe”, se nota que el viaje será distinto. La percusión suena como arena golpeando una tienda en medio del desierto, mientras la voz de Plant flota entre guitarras que parecen venidas del Magreb. El rock, el blues y el misticismo árabe se funden en algo vivo, respirante. No hay artificio: todo vibra.
Plant suena cómodo en su piel. Ya no grita para dominar la canción; la acaricia, la susurra, la deja respirar.

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